En el siglo XIX Lima era una ciudad de agitado y exquisito tránsito. Al caminar de las personas se le sumaba también el puntual discurrir de los pregoneros. Postres, productos de pan llevar y hasta el seviche iban flotando en las avenidas de la mano de obstinados vendedores.
El célebre Ricardo Palma, en su tradición titulada “Con días y ollas venceremos”, cuenta que en sus tiempos, a fines del siglo diecinueve, parecía que “en Lima, la ocupación de los vecinos hubiera sido tener en continuo ejercicio los molinos de masticación llamados dientes y muelas”.
Algunos pregones:
- El lechero: Sale a las seis de la mañana diciendo
"Leche purita, leche sabrosa, de la borrosa vaquita
¡Jazmín y rosa! Leche purita de chocolate, bate que bate pura espumita"
- La tisanera: Sale a la siete de la mañana diciendo
"La tisanera se vaaa, tazaaaanaaa conieeeve"
- El aguatero: Sale a la nueve de la mañana diciendo
"Soy el aguatero; reparto el agua que al gran río voy a buscar. Es agua dulce para lavarse, preparar mate y amasar."
- Los pescadores:Salen a las once del día diciendo
Pescá y cazón! Niñas, a los boquerones! Qué vivos los traigo hoy!
- El viejo sacristán y el vendedor un dulce: Sale a las nueve de la noche diciendo
"Revolución caliente, música para los dientes, azúcar clavo y canela, para rechinar las muelas"
- El sereno: Sale a las diez de la noche diciendo
"Avemaría purísima las diez han dado viva el Perú y sereno"
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